Santos: S. Juan Bautista de la Salle;Afraates;Donato t Rufino;Enrique Walpole.
1ª del salterio.
Proclamación del Santo Evangelio9 según San Juan:
Gloria ati,Señor.
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo,y todo el pueblo acudía a él, y sentándose,les enseñaba. Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio ,le dijeron: <<Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La Ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices? >> Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinandose,escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle,se incorporó y les dijo. <<El que esté sin pecado,que tire la primera piedra>>. E, inclinándose otra vez., siguió escribiendo.Ellos,al oírlo se fueron escabullendo uno a uno,empezando por los más viejos . Y quedó solo Jesús, con la mujer,que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó: <<Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?. Ella contestó: <<Ninguno, Señor>>. Jesús dijo: <<Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más>>.
Palabra del Señor:
Gloria ati, Señor Jesús.
Homilía.
¿Ninguno te ha condenado? Ella contestó: Ninguno Señor: Jesús le dijo: <<Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más>>.
Paz y bien hermanas(os) en Jesucristo, hoy en Lunes de Pasión, encontramos que la Palabra de Dios en sus tres lecturas la invitación a ver su misericordia infinita para redimier al mundo.
Jesús, es increpado por los escribas y fariseos, para que de una opinión sobre el caso de la mujer sorprendida en adulterio, que le preguntan a Él sobre si se tiene que apedrear esta mujer, pues la ley de Moisés permitía apedrear a las adulteras hasta que murieran. Sin embargo Jesús, sorprende a estos hombres y mujeres acusadores, haciendoles caer en cuenta que ellos tambíen son pecadores y que no tienen la facultad de condenar a nadie.
Jesús se compadece de esta mujer, la escucha y la perdona, no la condena EL, pero al absolverla le pide que no peque ya mas.
Con esta enseñanza Jesús demuestra que el amor, la misercordia y el perdón están por ensima de cualquier condena y acusación.
Lo que prima es el amor y la misericordia, y esto es lo que Jesús hace caer en cuenta a los que pedían su opinión sobre el adulterio de esta mujer, que ellos son también pecadores y que no tienen derecho a juzgar y condenar a nadie.
Lo que se debe hacer, es poner en práctica el mandamiento del amor y la caridad.
Señor, Jesús, enseñanos a ser justos, misericordiosos y sinceros, a no condenar a ninguno de nuestros hermanos, como tú no condenaste a la mujer adultera.